Pasado
Qué cerca estuvo Puyol de irse cedido al Málaga con apenas 21 años… y menos mal que no lo hizo. Hay que reconocerle el mérito a Van Gaal, quien se opuso a dejar escapar al que se convertiría en una leyenda del Barça. 500 partidos son los que lleva Carles defendiendo la camiseta blaugrana, pero si algo hay que reconocerle es que ha dedicado su vida al completo al club. No siempre fue el capitán, pero quedará como tal en la memoria de todos los culés.
Puede que Puyol no fuera el mejor tácticamente, que cometiera errores o que no fuera tan rápido como otros. Ningún analista lo consideraría el mejor central de la historia. Pero tiene la fórmula para compensar sus puntos débiles: la pasión. La rabia, la fuerza y el valor que ha mostrado en cada uno de los partidos en que ha dado la cara por el Barça y el barcelonismo. Será por ello por lo que se le recuerde. Por como ánima al equipo cuando más lo necesita, por los goles que ha salvado, y, sobretodo, por las copas que ha levantado. Puyol es tanto parte del club como el club parte de él. Es difícil imaginar, actualmente, el uno sin el otro.
Presente
Así ha llegado a la que parece ser la última vuelta de su carrera. Pero no por eso deja de conducir un Ferrari. Hay quien lo critica, voces que dicen que ya no es el que era… que está demasiado viejo. Está claro que no, no es el mismo que hace 10 años cuando empezó. Quizás es más lento, o le cuesta más alcanzar al rival. Pero también tiene más experiencia que nadie, conoce al más mínimo detalle el funcionamiento del equipo y de sus compañeros. Y lo que es más importante: no hay nadie dispuesto a ofrecer todo lo que él ha dado al Barça. Nadie que de la cara, literalmente, para parar un balón a 130 km/h.
Futuro
Y cuando se le pregunta, bromea diciendo que aún le quedan 500 partidos por delante. Ojalá así fuera, ya que el día en que Puyol se retire, será uno de los más tristes para el barcelonismo que ha vivido su carrera, que sabe que, aunque no venda más camisetas que Messi o Villa, su compromiso con el Barça es infinito. Y para los culés de verdad, los que sienten el club de corazón, es lo que importa.
Qué cerca estuvo Puyol de irse cedido al Málaga con apenas 21 años… y menos mal que no lo hizo. Hay que reconocerle el mérito a Van Gaal, quien se opuso a dejar escapar al que se convertiría en una leyenda del Barça. 500 partidos son los que lleva Carles defendiendo la camiseta blaugrana, pero si algo hay que reconocerle es que ha dedicado su vida al completo al club. No siempre fue el capitán, pero quedará como tal en la memoria de todos los culés.
Puede que Puyol no fuera el mejor tácticamente, que cometiera errores o que no fuera tan rápido como otros. Ningún analista lo consideraría el mejor central de la historia. Pero tiene la fórmula para compensar sus puntos débiles: la pasión. La rabia, la fuerza y el valor que ha mostrado en cada uno de los partidos en que ha dado la cara por el Barça y el barcelonismo. Será por ello por lo que se le recuerde. Por como ánima al equipo cuando más lo necesita, por los goles que ha salvado, y, sobretodo, por las copas que ha levantado. Puyol es tanto parte del club como el club parte de él. Es difícil imaginar, actualmente, el uno sin el otro.
Presente
Así ha llegado a la que parece ser la última vuelta de su carrera. Pero no por eso deja de conducir un Ferrari. Hay quien lo critica, voces que dicen que ya no es el que era… que está demasiado viejo. Está claro que no, no es el mismo que hace 10 años cuando empezó. Quizás es más lento, o le cuesta más alcanzar al rival. Pero también tiene más experiencia que nadie, conoce al más mínimo detalle el funcionamiento del equipo y de sus compañeros. Y lo que es más importante: no hay nadie dispuesto a ofrecer todo lo que él ha dado al Barça. Nadie que de la cara, literalmente, para parar un balón a 130 km/h.
Futuro
Y cuando se le pregunta, bromea diciendo que aún le quedan 500 partidos por delante. Ojalá así fuera, ya que el día en que Puyol se retire, será uno de los más tristes para el barcelonismo que ha vivido su carrera, que sabe que, aunque no venda más camisetas que Messi o Villa, su compromiso con el Barça es infinito. Y para los culés de verdad, los que sienten el club de corazón, es lo que importa.
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