¡Si! La primera selección en llegar a la esperadísima final del domingo, el desenlace de la copa del mundo de este año, ha sido: ¡Holanda!
El conjunto orange ganó a un Uruguay peleón hasta el último instante, claro ejemplo de esto es que aparecieron nervios en los últimos minutos cuando el empate aparecía como luz al final del túnel para los uruguayos. Los de Van Marwijk eran favoritos, sí, pero a priori la ilusión de Uruguay parecía poder plantarles cara. Así fue, a pesar de un aburrido comienzo de la primera mitad, y un juego poco dinámico y de baja intensidad por ambas partes. Claro está que no es lo mismo jugar contra un Brasil que contra un Uruguay, la presión no es la misma, quieras o no, por mucho que sean unas semifinales, no juegas con el mismo "miedo", la misma fuerza. Pero lo que yo sí esperaba era que, almenos la selección latinoamericana saliera a por todas para intentarlo, con toda la artillería, subiendo y mostrándose claramente ofensiva. No fue así. Ambos equipos jugaron de manera un tanto conservadora, las subidas eran equitativas para ambas partes, y - rompo una lanza a favor de Uruguay- por juego no se veía a Holanda favorita.
Pero esto es fútbol, señores, y en el fútbol vale que la pelotita entre. Y entró. Vaya si entró, con un golazo inicial de mi -lo sabéis bien- querido y admirado Gio Van Bronckhorst, un obús desde casi medio campo hacia la escuadra. Exquisito, directo, magnífico, con toda la decisión y sangre fría que le caracteriza. El 1-1 fue obra de Forlán ante un flojo Stekelenburg. El gol que desempataba lo marcó Sneijder, con un remate cruzado y el 1-3 fue obra de Robben tras un centro del jugador red Kuyt (se pronuncia KAUT, por dios, locutores del mundo, sois unos pesados). En el minuto 92, Pereira, cruzado, marcó el gol que puso el miedo en el cuerpo a los que ya lo veíamos todo hecho. El árbitro, el Sr. Ravshan Irmatov, alargó tres minutos y el juego terminó 4'5 después, por lo que la agonía y el sufrimiento duraron más.
Quiero felicitar en primer lugar a Uruguay, por que llegar hasta dónde han llegado es algo digno de ser recordado con orgullo, por su partido de ayer, dónde no tiraron la toalla en ningún momento y por su ilusión y sus ganas.
En segundo lugar, me siento muy feliz y muy orgullosa de la victoria de la Orange, selección con la que me siento especialmente ligada desde hace muchos años.
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